martes, 4 de febrero de 2014

Dino-Corazón...


Dino-Corazón...

I

Tiempo atrás, muy atrás, cuando los continentes eran uno, existían leyes que ahora... bueno, quizá no hayan cambiado tanto.
En esos tiempos, en que todo era salvaje, sobrevivir un minuto o un segundo era un reto que pocos podían lograr y cualquier arma era de gran ayuda. Quizá ahora, de forma diferente, la vida vuelve a ser una cuestión de saber utilizar las herramientas de que dispone cada uno.
Un poco como ahora, entonces, era poderoso el que tenía la voz más feroz, los colmillos y la boca más grandes, las garras más fuertes. La piel más dura y el corazón más frío…

En ese mundo en que los grandes rugían presos de un hambre voraz, también existían pequeñas hadas colmadas de magia y de color. Ellas hacían florecer la primavera, y la música en los pájaros. Y ellas fueron las responsables de modelar corazones sensibles.

Una primavera, una de esas Hadas, tropezó de camino al estanque sálobre que añadía risa al hombre, y el corazón sensible que guardaba en su escarcela, fue a parar de un bote a un pequeño Dino, que debiera ser lo que su madre estaba mostrándole en ese mismo instante.

Grrrrrraaaaarrrruuurr….

Un rugido temible y un zarpazo... y la víctima cae sin vida a un lado con ojos horrorizados.

Apenas habla con su vástago. ¡¡¡Así!!! O él te come. Y si no te comeré yo… le dice muy bajo y muy cerca…

Dino se estremece de repente, las otras veces no le había parecido tan terrible ¿y ahora por qué sí? ¿Qué había hecho que su progenitora pareciese un ser salido de los volcanes del norte? ¿Qué era lo que le hacía sentir hielo en su aliento?

Hizo una pequeña mueca, y dándose cuenta del gesto de su madre, soltó la risita acostumbrada… esta vez, sin darse cuenta, teñida de cierto… ¿miedo?

Sí, miedo, porque sabía que la afirmación susurrada no era ninguna broma.

II

Corre como el viento, el Hada, no importa su herida en la pierna. El azar ha provocado un error de medidas incalculables.

¡¡Un Dino con corazón templado!!! ¿Quién sabe dónde puede llegar a parar semejante barbaridad???

Necesitaba convocar un consejo de Hadas inmediatamente.

Y llega gritando ¡¡Consejo!! ¡¡Consejo!! ¡¡Consejooo!!!

Después de unos minutos para tomar resuello, explica lo sucedido y la escena que ha visto entre los arbustos.

Las demás Hadas miran con cara de interrogación a su compañera como diciendo ¿yyy?

Entonces ella pregunta ¿es que no entendéis nada? ese corazón no está destinado a un Dino. Los Dinos son seres fríos y sin sentimientos. Sólo saben, cazar, devorar… si permanece ese corazón en el pequeño Dino, algo que no debe ocurrir... ¡¡¡pasará!!!

Sus compañeras se miran entre sí… y al poco estallan en risas…

No te preocupes más, fabrica otro y ya está. ¿Qué puede pasar? El pequeño Dino será un ser sensible y sus compañeros se encargarán de él. Su propio mundo resolverá el problema.

El Hada se queda sentada un momento, brotan de ella lágrimas de tristeza, y les dice entonces: el mundo no está preparado para un ser así. Será cruel con él. Habrá problemas y entonces, ¡¡¡no me digáis que no intenté solucionarlo a tiempo!!!

III

“Dino-Corazón” empezó a dormir con un ojo abierto, por si su madre de repente tenía “apetito”.
Había oído que algunas veces las madres devoraban a sus pequeños… es cierto que eran otras especies, pero quien sabe, parecía como si Ma hubiera notado algo raro en él hoy, y si Ma nota algo raro se pone de muy mal humor, y Ma de muy mal humor…

Por la mañana Dino-Corazón y Ma fueron a pasear de nuevo por el camino donde empezó a “sentir” aquello. Ma decía que quería enseñarle una cosa nueva.

Cuando llegaron al desvío del lago Sálobre tomaron esa dirección y Ma le dijo: hoy vamos a visitar un sitio muy peligroso, aquí sólo vienen los tipos más grandes y violentos de la región. Sólo debes acercarte si estás seguro que puedes ganar o escapar.

Así que a partir de entonces se acercaron al lago ocultos por las plantas y los arbustos.

IV

El Hada, preocupada por su “error” pasaba los días siguiendo a su pequeño “Dino-Corazón”, después de todo, era un poco como su hijo, de una forma extraña, pero su hijo.

Cuando vio que el paseo se dirigía al lago Sálobre se horrorizó sobremanera. Allí no sólo estaban los ejemplares más violentos y grandes de la región. También estaban los más hermosos y manipuladores.

Su “pequeño" estaba en grave peligro.

Así que apretó el paso y corrió para adelantarse a Dino-Corazón y Ma.

V

El Lago Sálobre apareció con todo su esplendor, con los reflejos de la montaña nevada pintando su superficie. El aire era más fresco y delicado que en otros lugares, más limpio y dulce. Las plantas más verdes, todo parecía más hermoso.

A Dino-Corazón no le pareció tan peligroso como decía Ma.

Ma tan fiera  y fría decía que ese lugar no era recomendable. No le parecía a simple vista que fuera… uuuooh!!!

En el mismo momento en que estaba pensando eso mismo, Ma empujó a su hijo fuera de la protección de los arbustos.

Todo el mundo sabe que una Gran rugidora como ella no puede cargar con un cobarde que no sabe defenderse… si le había enseñado bien… y si no… dio media vuelta y se fue por dónde había venido dejando a Dino-Corazón con la boca abierta mirando ávido cada rincón de aquél lugar hermoso.

VI

Lógicamente el Hada corrió a intentar esconder… lo que no se podía esconder… Dino-Corazón había crecido bastante…

Frenó la carrera un momento pensando rápidamente qué podía hacer… tic-tac, tic-tac los segundos corren y la vida se escapa…

Hacia Dino-Corazón se acercaba una criatura hermosa, silueta elegante, ojos cristalinos, grandes orejas, piel suave, patas aparentemente delicadas…

¡¡No te dejes engañar pequeño!!!

Dino-Corazón miró a aquella criatura y su corazón templado empezó a latir desbocado de amor febril. Parpadeó, tragó saliva e intentó articular un sonido  para llamar su atención. De repente sólo estaban en el mundo esa criatura y él. El lago, las plantas, el cielo, Ma… todo había desaparecido… y la luz sólo iluminaba a aquella hermosa flor que caminaba sinuosa hacia él… y él… ¡¡¡no podía decir nada!!!

En un segundo la criatura de ojos grandes estaba a unos milímetros de él, sonriéndole y cuando él contento esbozó su sonrisa… ella abrió la boca y mostró todo su horror…

Todo estaba perdido… todo…

VII

El Hada usó la magia en el momento preciso…

Rebuscó en su zurrón algo que tenía desde hacía mucho y en el último momento lo lanzó.

Ese ser de ojos grandes que estaba a punto de devorar a su “hijo” pasó de relamerse, a la sorpresa de no tener ante él más que… ¿nada? ¿dónde estaba aquél jugoso Dino de temperatura agradable?

Dino-Corazón de repente dejó de sentir miedo, sólo sentía la fresca brisa del lago rozándole la piel… que ahora era suave, y tierna… y la sangre que antes era tibia subió a sus mejillas… ¿mejillas? Dino-Corazón ya no tenía mejillas…

El Hada miró con ternura la hoja que descansaba en el suelo… sobreviven los más fuertes, los que tienen un poder… Dino-Corazón se había camuflado, y ahora era una hermosa hoja entre carnívoros.

Una hoja que parecía latir con cada caricia de sus ojos.

Guardó a Dino-Corazón en el zurrón y pensó que un día, alguien muy especial llevaría esa hoja en su pecho…

VIII

Quizá no ha cambiado tanto el mundo desde que Dino-Corazón dejara de ser aquel dinosaurio enorme para convertirse en hoja.

Ahora, también hay hombres que gritan fuerte, enseñando los dientes, para demostrar su poder y hacer temblar a los demás. Igual que entonces, hay seres sin corazón que devoran a sus crías (¿otras especies? desgraciadamente no se puede acabar de asegurar), y madres que dejan a sus hijos desamparados (los motivos no nos compete juzgarlos). También hay seres hermosos y malignos, tremendamente peligrosos y como entonces, igual que entonces, algún Hada sale de tanto en tanto a rescatar corazones.

Si el Corazón-Dino está en algún pecho latiendo... eso nadie lo sabe.

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