viernes, 30 de mayo de 2014

Lázaro... La Leona... Cinco...


Y al tercer día resucitó...
Ni sabía por qué, pero una voz le dijo, ¡levántate!!! y como yo, vuelve a andar.
Un resucitado debería tener la fuerza suficiente para recibir el siguiente golpe sin caerse. Eso fue lo que le vino a la cabeza en sus CINCO primeros minutos de renacer.
¡Huevos con sardinas y quizá unas patatas!!
Y ahora Lázaro abrió la nevera... ¡No hay huevos!!! Y sardinas tampoco claro...
Media vuelta al cajón de las latas. Sólo hay atún y CINCO tostadas de pan rancio.
Con la espalda apoyada en la nevera Lázaro mira la lata ruinosa y el pan.
A la cocina, asoma el bigote una leona de mirada seria.
CINCO segundos y está a sus pies mirándolo exigente. 
Y Lázaro se pregunta cómo ha aguantado a su lado ese tiempo. 
Mientras la leona espera.
Vuelve a abrir la nevera. La lata que empezó para ella no está. Hay otra.
Otros CINCO minutos
Lázaro abre el atún, lo pone en un plato y coge tres de las tostadas resecas.
Su leona no toca la comida, mientras él, va a por galletas secas para ella.
Cuando llega a la mesa el bol de Leona está lleno. Y ella en el sofá le espera.

No tiene hambre, come despacio, no acaba de entender qué ha pasado.
Mira su mano derecha, CINCO dedos en la penumbra de un comedor a media tarde.
Su leona se acerca tranquila a curar los dedos heridos.

Lázaro aletargado alimenta a su pequeña leona. Lágrimas felinas cubren el sofá. Sangre y sal. Despierta!! Resucita!!! Y en el intento CINCO zarpas desgarran los dedos lacios de Lázaro.
Despierta!! Y la lengua cura a su amo cada vez, mientras yace a su lado.

Las CINCO. Lázaro abre la lata, y autómata da de comer a su gata, la mira alimentarse y luego se deja caer. 
Sigue muerto mientras ella llora silencios y con las uñas le grita con fuerza: ¡Levanta!!

CINCO dedos limpios, el plato limpio, su leona mirando sería a Lázaro... despierto.

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